Mujeres sin Identidad

Mujeres sin Identidad

Nació en las cálidas tierras del país vecino, Nicaragua, al son de las danzas y la música vernácula. Creció en el seno de una familia humilde donde el ‘vigorón’ y el ‘nacatamal’ brillaban por su ausencia y las proyecciones de futuro se tornaban grisáceas. Fruto de la sumisión y el devalúo y arrastrada por la persistente fuerza de los cánones sociales contrajo matrimonio con un humilde cafetalero. Un hombre de los de ayer y hoy, con tintes misóginos y carácter violento para quien la mujer solo sería catalogada como tal si contribuía con las labores del hogar y saciaba su apetito sexual. Propio de los hombres de esta índole rumiaba con los problemas cotidianos mientras caía la tarde y disparaba golpes por doquier siempre que era de su antojo. Aferrándose al último hilo de vida que le quedaba, Clara T.A huyó a Costa Rica en busca de un camino menos serpenteado.

Así es como se llama, Clara T.A, pese a que para los hombres no tiene nombre. Y, no nos engañemos, ni para la sociedad. Ella es prostituta. Esa dama con la que nada creemos tener que ver, pero que somos todos. ‘Puta’ es la palabra que flota en el aire y pesa en la conciencia, como si la forma de ganarse los frijoles de cada uno sirviera como nombre de pila y apellido. Durante el día se dedica al servicio doméstico y recibe una remuneración de c8.000 por ocho horas de trabajo; equivalente a dos casados sencillos. Por las noches se enfunda en una minifalda del grueso de un cinturón y escote de rápida abertura y vende su cuerpo a lo largo y ancho del barrio rojo. La clásica y triste estampa del acontecer diario en muchos rincones del planeta.

Hay quien asegura tratarse del oficio más viejo del mundo y quien protesta porque le llamen oficio. El problema de la prostitución es que no existe debate sino dilemas. Por un lado el ético. Hasta qué punto se trata de una cruel explotación o de un acto voluntario. Mientras hay voces que dan valor de ley al derecho de toda persona a hacer lo que quiera con su cuerpo, otras subrayan que la bajeza de acto vulnera los derechos humanos. Máxime cuando la inmensa mayoría se encuentran presas y presos de mafias. Pero si salimos de este primer debate nos encontramos con otros. Legalización, ubicación, control.

Entre la lluvia de cuestionamientos Costa Rica avanza rápidamente como la capital del turismo sexual. El país donde la posesión de pornografía infantil para uso personal no se considera un crimen es acreditado como la región que tiene el problema más grande de prostitución infantil. Según una investigación llevada a cabo por Jacobo Schifter, un profesor jubilado de la Universidad Nacional de Costa Rica y autor de Mongers in Heaven, se estima que hay entre 10,000 y 20,000 trabajadores sexuales en la región, y de 25,000 a 50,000 turistas sexuales cada año, 80% de origen estadounidense.

Mientras tanto, la mujer sin nombre, Clara T.A, con toda probabilidad, seguirá postrada en la misma farola donde la encontré mientras realizaba mis trabajos periodísticos. Sin encontrar su salida, sin que nadie se la dé. Vendiendo su cuerpo, cada vez por menos dinero. Esperando clientes, toda su vida, en una farola sin salida.

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